
Juan Pablo Salazar, el joven que canta como Joan Manuel Serrat en Yo me llamo

A los tres años ya tarareaba canciones de Nino Bravo. A los cuatro afinaba mejor que muchos adultos. Desde entonces, Juan Pablo Salazar Henao, el artista que personifica a Joan Manuel Serrat en el programa Yo me llamo, comenzó a mostrar lo que su padre Fernando Salazar llama “una vocación genuina”.
Y no era una exageración de papá orgulloso: quienes lo escuchaban sabían que ese niño tenía algo distinto en la voz.
“Yo lo escuché cantar Libre, de Nino Bravo, y me conmovió. Cantaba afinado, con naturalidad. Y desde ahí pensé: este muchacho va a ser cantante”, cuenta Fernando, comunicador social y con larga trayectoria en la radio. “Uno, que ha trabajado en medios, aprende a detectar el talento.”
Juan Pablo creció en el seno de una familia amante de la música. Recuerda el joven de 24 años que a su papá le gustaba poner baladas de los años 60, 70 y 80. Serrat, Camilo Sesto, José Luis Perales y Raphael eran parte del paisaje sonoro cotidiano.
Además, Fernando aficionado al canto no perdía oportunidad para hacer karaokes en la sala de la casa con amigos.
“Era raro que un niño de seis años disfrutara esa música, pero yo me la aprendía sin que me la exigieran. Me enamoré de la música desde el primer momento. Ese espíritu musical me lo inculcó mi papá desde muy pequeñito, poniendo esos discos. Siempre estuvo ahí”, afirma Juan Pablo.
Aquellas pequeñas cosas
Ni Juan Pablo ni Fernando se imaginaron que habían sembrado una semilla hace 20 años, y mucho menos que las flores las conocerían por primera vez en un programa de televisión.
Pero la vida obra de formas misteriosas y suele recompensar a quienes confían en las pasiones. Por esa fe, tal vez Juan nunca ocultó su amor por la música romántica, así prefiriera el rock y el metal.
Para él la mayor fortaleza de esa música es el mensaje. Las letras seguirán siendo universales porque hablan de las pasiones humanas, algo que no va a cambiar por más años que pasen. “Es una música que no tiene caducidad. Es un género que pervive”.
Incluso acercó a sus amigos a esa música, y a veces lo llamaban para organizar reuniones con música de “plancha”.
“Saben que a mí me encanta. Me dicen: ‘Ey, Juan, vamos a poner Sandro, Leonardo Favio’, y ahí estamos”.
Cantares
El camino de Juan Pablo parece escrito por el destino del arte. Desde que su padre lo sorprendió cantando Libre no paró de hacerlo. En el colegio y en la universidad se destacó por su talento natural, por sus vibratos y sobre todo por su elegante humildad, por su mirada sensible y por la devoción que le imprime al canto.
Cuenta Juan que decidió estudiar Licenciatura en Bilingüismo con énfasis en inglés en la Universidad Tecnológica de Pereira por dos motivos: poder cantar en inglés y tener una salida económica si la música se tardaba en florecer.
“Me gusta cantar en inglés y ser bilingüe te abre muchas puertas en la música y los negocios. La carrera musical es muy difícil, hay que tener un plan B”, explica.
Por eso después de su graduación se dedicó a la docencia, una experiencia que valora: “Disfruté trabajar con niños y adultos. Enseñar también es una forma de conectar.”
A pesar de no estudiar música como carrera universitaria, nunca se alejó del arte. Se formó en técnica vocal, expresión corporal, perfeccionó su vibrato —esa ondulación sonora que lo distingue— y participó en numerosos concursos: ganó el Festival Juvenil de la Canción en Combia (Pereira), representó a la UTP en eventos nacionales, cantó en las Fiestas de la Cosecha de Pereira y en Festibuga.
De vez en cuando la vida
La idea de interpretar a Serrat nació en 2022, cuando audicionó para Factor X con Aquellas pequeñas cosas. El productor José Gaviria lo interrumpió: “Usted está cantando como Joan Manuel Serrat. Este no es un concurso de imitadores”. No pasó. Salió triste, pero la frase quedó resonando.
Ahí apareció Fernando para apoyar a su hijo. “Juanchito, usted tiene un vibrato natural muy parecido al de Joan Manuel Serrat. ¿Por qué no se presenta a Yo me llamo?”.
Estuvo a punto de no enviar el video de postulación, pero lo hizo en el último minuto, el último día. Juan Pablo recuerda que su mamá lo convenció a último momento. “Mijo, usted no pierde nada”, le dijo.
Dos semanas después, llegó el correo: estaba convocado a audiciones presenciales en la ESAP, en Dosquebradas.
Qué iba a pensar Juan Pablo que un viaje frustrado a Turquía meses atrás, iba a servirle para tener las herramientas en su nueva etapa. “Tenía todo listo: las maletas, el maquillaje... y no se dio.” Pero cuando pasó a Bogotá ahí tenía los insumos para construir su personaje.
¿Qué va a ser de ti?
Pasó la audición, viajó a Bogotá y enfrentó al jurado principal: César Escola, Amparo Grisales y Rey Ruiz. “Sacó dos estrellas. Ahí empezó la competencia, y ya han pasado cuatro meses. Hoy queda entre los últimos 20 artistas de los más de 60 que llegaron inicialmente a la escuela”, dice con orgullo su papá.
Durante ese tiempo Juan, que nunca había estado tanto tiempo separado de sus padres, extraña los fines de semana cuando comían helado o visitaban algún restaurante. Pero sabe que su carrera atraviesa un momento crucial por el que trabajó de manera silenciosa durante muchos meses.
De hecho, cuenta Fernando que cuando supieron que había pasado a audicionar en Bogotá empezaron un trabajo casi militar entre toda la familia para preparar a Juan Pablo.
La mamá ayudó a hacerle las extensiones porque en ese momento no tenía el cabello tan largo y Fernando le ayudó a escoger el repertorio y a preparar las canciones. Incluso, lo puso a practicar en una elíptica mientras cantaba para que aprendiera a manejar los tonos altos y la respiración.
“Mi papá me puso a estudiarlo y yo lo hice con todo el gusto. Todo esto me puede cambiar la vida”, dice con convicción. Ha interpretado canciones en catalán, pese a no dominar el idioma, aprendiendo la fonética por su cuenta.
“Él estudia la letra, la fonética, se esfuerza. No es fácil cantar en catalán si no se domina, pero él se ha metido de lleno en el personaje”, dice su padre.
Hoy puede ser un gran día
El talento, el trabajo juicioso y el compromiso con el personaje le han permitido mantenerse en competencia, conmoviendo al jurado y al público por su voz, su interpretación y su parecido físico con Serrat.
“Él no lo hace por fama ni por dinero”, aclara Fernando. “Cuando le preguntaron por qué imitaba a Serrat, respondió que lo hacía porque ese programa le podría dar la oportunidad de conocerlo algún día. Ese es su sueño: que Serrat sepa de él, que lo escuche, que tal vez le dé un saludo.”
Hoy, su nombre comienza a sonar en todo el país. Pero en casa, en Pereira, sigue siendo “Juanchito”, el mismo que se subió por primera vez a una tarima con la ilusión de cantar baladas. El mismo que cree en la música como una forma de tocar almas.
“Nosotros tenemos fe en que puede llegar muy lejos. Pero ya ha ganado mucho: se ha formado, ha crecido y ha dejado el nombre de Pereira en alto”, dice su padre emocionado.
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