Caldas

Ellos son manizaleños que innovan y descrestan con su café en tierra caliente

2025-06-08
Miguel Ocampo y su esposa, Valeria Robledo, son los dueños y anfitriones de Café Roble, negocio en Santágueda, que ofrece diversos tipos de bebidas y a la vez es un aula de clase sobre la cultura cafetera de Caldas.  
Fotos | Freddy Arango | LA PATRIA Miguel Ocampo y su esposa, Valeria Robledo, son los dueños y anfitriones de Café Roble, negocio en Santágueda, que ofrece diversos tipos de bebidas y a la vez es un aula de clase sobre la cultura cafetera de Caldas.  
Óscar Veiman Mejía

La señal de que el turista está cerca de un novedoso café la da Google Maps. Cuando se transita por Tres Puertas, punto en la vía Manizales-Medellín, la indicación es que a seis kilómetros de allí está Casa Roble, una increible por no decir una locura, venta de esta bebida en Santágueda (Palestina). Allí funciona este negocio, a unos mil metros sobre el nivel del mar con temperaturas que llegan a promediar los 28 grados de calor.

¿A quién se le ocurrió esta idea, vista en un comienzo como descabellada? Pues, no podía ser a otro que al genial Gustavo Robledo Isaza, insigne personaje y exalcalde de Manizales fallecido a los 104 años de edad, el 11 de febrero del 2025. El mismo que ideó la vía Manizales-Medellín bordeando el río Cauca, el aeropuerto de Palestina, la avenida 12 de octubre, el puerto de Tribugá y otros.

Un día les sugirió a su hija Valeria Robledo Vázquez y al esposo de ella, Miguel Ocampo Álvarez, que motaran un café en Santágueda, en un lote de la familia, en el sector de la antigua portada.

Y allí están en un negocio que además de saciar gustos, enriquece la cultura cafetera. Mientras Valeria, en su cocina-laboratorio, crea y crea sabores, Miguel encanta a los clientes con sus relatos de café y del proceso del producto que están saboreando.

A continuación algunas frases de esta pareja de esposos emprendedores, de Manizales, de lo que ellos mismos llaman café de nuestra tierra y de la mata a la taza:

“Empezamos en lo del café en el 2013, con el primer diplomado que hubo sobre Paisaje Cultural Cafetero”.

“Conocimos el café de especialidad. Antes conocíamos del café y lo tomábamos en cantidades industriales porque como arquitecta en obras manejábamos cafés de tienda y tomábamos ocho y diez tazas al día”.

“Parte del diplomado era barismo y catación. Entonces, nos enamoramos. Dijimos: si estamos tomando la pasilla menos agradable y en Caldas tenemos un café de tan muy buena calidad, ¿Por qué no lo ofrecemos?”.

“Un día un amigo de Miguel le comentó: ´Tengo un yip con una cafetera que me entregaron de un negocio, ¿Por qué no lo manejan ustedes?´ Apenas estábamos empezando, pero nos dijimos: ¿Qué carajos, metámonos? Pues a pesar de que teníamos otros proyectos y mil cosas más. Y nos asociamos con el profesor de barismo en ese momento”.

“Para la Feria del 2015 montamos nuestro primer punto de venta, al lado de Fundadores, en las artesanías. Fue una locura. Cometimos todos los errores, perdimos insumos, botamos plata porque no sabíamos qué estábamos haciendo, a pesar de que ganamos, pudimos haber ganado más. Entendimos que estábamos para el café”.

“Nos motivó poder servir una taza de café al público y ver que se la disfrutan. Y crear nuevas bebidas. Eso nos hizo seguir con nuestro proyecto de vida. Montamos el Jeepao en la avenida 12 de Octubre, en Chipre, la avenida que hizo mi papá. Verlo a él parado, tomándose un café en las tardes, después de que solo se los tomaba en la Cigarra y eran horribles, fue una maravilla. Después de eso, montamos nuestro café”.

“A raíz de las dificultades que tuvimos, abrimos tienda en el Edificio de Piedra, también ahí en Chipre. Allí estuvimos hasta que se inició la pandemia en marzo del 2020. Cerramos, por esa pandemia. Entonces, nos vinimos a la finca en Santágueda a este lote, donde hoy tenemos Casa Roble”.

“Montamos Casa Roble, pues mi papá nos dijo que lo hiciéramos ahí. Todos nos decían, ustedes están locos: cómo que un café en Santágueda para vender productos que son de clima frío y vender también vino caliente, macana, cappuccino, eso no les va a funcionar”.

“Y empezamos como hemos empezado los proyectos, un pasito a la vez. En este momento creemos que es el sitio más importante en el tema de caficultura caldense, porque acá nos visitan todo tipo de personas, quieren conocer, quieren saber sobre el café”.

“La esencia de este negocio es el café bueno, el que tomaban nuestros abuelitos hace 70 años. El que se lava con agua limpia, que se procesa y se fermenta como lo hacían ellos. Eso no está en ningún libro. Cuando uno de cierta manera ya sabe cuál es el secreto para ofrecer el café que tomaban ellos, es muy fácil”.

“De acá los clientes salen con la sensación de que le dijeron la verdad de lo que se tomó”.

“Aquí ofrecemos cafés lavados, semilavados, orgánicos y naturales. Y le podemos contar a cada persona lo que es cada uno de ellos. Los cafés los compramos directamente al campesino, al caficultor, en su predio. Nuestro negocio es con caficultores que llevan tres, cuatro generaciones con la finca en producción.

“El café de origen debe tener una connotación social, medioambiental. Nos fijamos que los cafés que ofrecemos acá tengan esas connotaciones. Es puro de Caldas, desde el cafetal, el agricultor, el transportador. Todo el proceso lo hacen nuestros campesinos, productores”.

“Siempre hemos tenido la condición de que si el café no es caldense, no nos interesa. No, porque los otros sean malos, porque hay cafés muy buenos, pero es que si yo no amo mi tierra, ¿Cómo voy a esperar que alguien más lo haga? Cada quien ofrece lo que quiere, pero nosotros solo ofrecemos caldense”.

“Hemos tenido café de Samaná, Aguadas, Riosucio, Belalcázar, Villamaría, Neira, Pensilvania. Ahora tenemos de Anserma, Risaralda, Palestina, Chinchiná, Manizales”.

“Nuestra bebida fría estrella es el Cerro Bravo, diseñada hace siete años. Ya ha llegado a Aruba y a Sudáfrica, se lo llevan en la maleta para sus familias y amistades en esos países”.

“En los negocios ofrecen dos o tres variedades. Nosotros tenemos ocho, o estamos locos o la tenemos clara. Creemos que es lo segundo porque sabemos lo que queremos y tenemos la posibilidad de hacer con estos cafés, el granizado, la malteada, el late, el ice coffee, el café con agua tónica, cualquier cantidad de bebidas las tenemos”.

 


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