
Columnista invitado: No podemos hablar de algoritmos si todavía hay niños aprendiendo sin energía eléctrica

Inteligencia Artificial en la educación: oportunidad real para
cerrar brechas
Felipe Antonio Olaya Arias*
@Olayafelipe
Colombia enfrenta desde hace décadas desigualdades profundas en su sistema educativo. Para millones de estudiantes, especialmente en zonas rurales y dispersas, la educación aún transcurre entre limitaciones de conectividad, infraestructura precaria y acceso desigual a contenidos de calidad.
En ese escenario, la Inteligencia Artificial (IA) representa una posibilidad transformadora que el país no puede desaprovechar.
Desde el Ministerio de las TIC se han dado pasos importantes en esta dirección. La iniciativa Colombia Programa ha permitido diseñar materiales pedagógicos, ofrecer cursos gratuitos para docentes y estudiantes con un solo fin fomentar el pensamiento computacional base para una alfabetización en IA. Pero el avance más estratégico ha sido la aprobación del CONPES 4144 del presente año, que define una política pública para el desarrollo, adopción y uso ético de la IA en Colombia.
Esta hoja de ruta busca posicionar al país como referente regional en la materia, pero con un enfoque claro en el uso responsable, inclusivo y con propósito social.
El potencial de la IA en la educación es inmenso. Puede facilitar sistemas de aprendizaje adaptativo, acompañamiento automatizado, identificación temprana de rezagos, análisis predictivo y optimización de recursos educativos. Para una escuela con un solo maestro atendiendo múltiples grados, o para estudiantes que aprenden sin apoyo familiar en herramientas digitales, estas soluciones no son lujos: son puentes hacia la equidad.
Entre las fortalezas identificadas, se destaca el interés creciente dedocentes y estudiantes por adquirir competencias en IA, evidenciado en espacios participativos como los Diálogos Regionales en Inteligencia Artificial.
Estos encuentros revelan una alta expectativa frente a lassoluciones que la IA puede ofrecer, en especial en contextos de bajacobertura institucional. Asimismo, la Hoja de Ruta para la adopción ética y sostenible de la IA en Colombia propone rutas específicas para el sector educativo que incluyen formación docente, desarrollo de contenidos pertinentes y creación de alianzas intersectoriales.
No obstante, también emergen debilidades estructurales que debenatenderse con urgencia. De acuerdo con los hallazgos de los diálogos regionales, persiste una baja apropiación conceptual sobre qué es la IA y cómo puede aplicarse en entornos educativos reales. Se identifican barreras como la falta de infraestructura tecnológica, la escasa conectividad en zonas rurales, y la insuficiente formación docente especializada en tecnologías emergentes. Además, preocupa la centralización de recursos en zonas urbanas, lo que amenaza con ampliar aún más la brecha digital y educativa.
Por otro lado, documentos internacionales como la Guía de la Unesco sobre el uso de la IA generativa alertan sobre riesgos adicionales: sesgos algorítmicos, uso no ético de datos, pérdida de habilidades humanas esenciales y la posible comercialización de la educación pública.
Esto es particularmente relevante en el contexto colombiano, donde muchas instituciones carecen de criterios técnicos y pedagógicos para validar el uso de estas tecnologías.
La promesa tecnológica debe ser aterrizada a la realidad del país. No podemos hablar de algoritmos si todavía hay niños aprendiendo sin energía eléctrica. Por eso, la IA debe ir de la mano con inversión en
infraestructura, conectividad rural, desarrollo de contenidos pedagógicos pertinentes y formación docente especializada. Debe construirse desde el territorio, con participación y pertinencia cultural.
En este sentido, la promesa de la tecnología debe contextualizarse frente a las profundas brechas estructurales del sistema educativo rural colombiano.
De las 55.889 sedes educativas del país, el 67% se encuentra en zonas rurales, con una oferta concentrada en preescolar (38%) y primaria (46%), y jornadas mayoritariamente en la mañana (76%). La cobertura apenas alcanza el 47% en preescolar, 64% en básica y 46% en media, y menos de la mitad de los estudiantes logra culminar el ciclo completo hasta grado once.
Las condiciones materiales profundizan estas desigualdades: el 15,5% de las sedes rurales carece de electricidad —superando el 68% en departamentos como Vichada y La Guajira—, solo el 40% tiene acceso constante a agua potable y un 69,4% no cuenta con conexión a Internet.
Estas carencias limitan los procesos pedagógicos y en este contexto, cualquier incorporación de IA en la educación debe ir acompañada de acciones estructurales para garantizar equidad, permanencia y calidad educativa en los territorios más excluidos.
También es indispensable garantizar la protección de datos personales, especialmente de menores de edad. Las herramientas basadas en IA deben diseñarse con enfoque de derechos, con principios de transparencia y auditoría pública; y, sobre todo, no deben desplazar el rol del docente, sino potenciarlo como guía, facilitador y líder pedagógico.
El Estado tiene una responsabilidad clara: asegurar que esta revolución tecnológica no se convierta en un nuevo factor de exclusión.
La IA no puede ser un privilegio de ciudades conectadas o colegios privados. Tiene que ser una aliada de las niñas y niños de La Guajira, el Pacífico, el Catatumbo, el Vaupés o Montes de María.
Colombia tiene la oportunidad histórica de poner la tecnología al servicio de la equidad. Adoptar la IA con un enfoque territorial, ético y educativo no es una opción: es una responsabilidad con las futuras generaciones.
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Director Ejecutivo de Computadores para Educar.