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Empresaria manizaleña cambió críticas por elogios y encanta paladares en Asia: Europa y Sudamérica, en la mira

2025-04-05
El café de Caldas despierta el apetito de Taiwán. Carolina Mejía es una manizaleña que tiene una empresa de alto potencial que nació en Asia. Hizo que su competencia también desee vender granos caldenses. Así reivindica el prestigio del café colombiano.
Fotos | Cortesía Villa Clara Café | LA PATRIA El café de Caldas despierta el apetito de Taiwán. Carolina Mejía es una manizaleña que tiene una empresa de alto potencial que nació en Asia. Hizo que su competencia también desee vender granos caldenses. Así reivindica el prestigio del café colombiano. En la foto, una catación de café en Fukuoka, Japón, donde participó Villa Clara Café.
Santiago Carmona Caraballo

LA PATRIA | MANIZALES

El mercado de Taiwán le había dado un golpe a Colombia donde más duele, en el orgullo.

En su llegada a esa isla de Asia, Carolina Mejía soportó comentarios que ponían en duda el prestigio del café colombiano. Nueve años después, esta empresaria manizaleña logró que hasta sus competidores quieran granos de Caldas.

Carolina Mejía (derecha) y su socia, Peggy Lin (izquierda), lanzan una línea de cafés tostados en Colombia para "culturizar el consumo" con su empresa, Villa Clara Café.

 

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Viaje por amor: de Colombia a Taiwán

Carolina Mejía durante una catación de café en Indonesia.

Carolina llegó a Taiwán para estudiar mandarín, pero terminó hablando el idioma de los negocios. "A veces ni siquiera dominamos bien el español, nos defendemos. En lo que se refiere a café y a la vida diaria, me defiendo con el mandarín", contrasta.

Viajó a la isla para acompañar a su entonces novio y hoy esposo, Leonardo Manrique, quien obtuvo una pasantía en dicho país. A unos 15 mil 600 kilómetros de Colombia, ella confirmó su cariño por el café. Aún no sabe si fue por "terquedad" o por "amor a la tierra".

En el 2016 homenajeó ese sentimiento con la fundación de su empresa, Villa Clara Café, que comercializa el grano y sus derivados. La creó con Peggy Lin, la socia y amiga que le regaló Taiwán.

Hija de un caficultor, Carolina encontró en la desobediencia la mejor manera de honrar a su padre. En la finca familiar de Chinchiná (Caldas), él le daba tres consejos: no trabajar con café, estudiar e irse del país. Ella aplicó los últimos dos, se graduó de Economía en la Universidad Autónoma de Manizales y vivió en Inglaterra y Ecuador antes de ir a Asia. Sin embargo, se negó a olvidar su herencia cafetera.

"La situación era compleja y los precios, bajos. Mi papá se planteó vender la finca y le dije: 'No, espere. Comercialicemos el café en Asia, hay una capacidad adquisitiva importante, valoran la calidad'. En ese entonces, el café de Colombia era catalogado como de volumen, no de especialidad, y era costoso", relata Carolina.

 

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Café de Caldas, en el paladar de Asia

Villa Clara Café trabaja con 20 madres cabezas de hogar que hacen selección manual del café.

La primera importación fue la más difícil para Villa Clara Café. Los 8 mil kilos que almacenaron en el garaje de Peggy Lin llegaron con granos defectuosos y sin bolsas para contrarrestar la humedad. Esto implicó horas de trabajo en grupo: Carolina, Peggy y sus familiares se sentaron a escogerlos a mano.

"Colombia no tiene buen café". "¿Café de Caldas?, no, ¿qué es Caldas?". Carolina entendió que Taiwán quería cafés de especialidad y trabajó en productos de alta calidad con sello colombiano, sabía que el no de un comprador nunca es definitivo. Así doblegó los comentarios que la hacían salir de reuniones con lágrimas de impotencia. Su lema es que el negocio debe adaptarse al cliente, no al revés.

El Eje Cafetero pasaba desapercibido en el radar de algunos de sus clientes. Solo conocían a Huila, a Nariño y a Antioquia (bajo el nombre de Medellín). Con Villa Clara Café, Carolina puso a su departamento en el mapa: "Casi 10 años después de haber creado la empresa, hasta nuestra competencia vende café de Caldas".

Para cosechar el éxito, Carolina tuvo que ir al ataque, comercialmente hablando. Ella y su socia buscaron a los clientes y promovieron el café para abrirle el camino a su empresa.

Carolina ya no se toma los negocios de forma personal, pero desea que el esfuerzo de productores y empresarios se reconociera: "Muchos consumidores no saben qué hay detrás de la taza".

Catación de café en Hong Kong.

 

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Vida en dos continentes, giro tras la pandemia de covid-19

Antes del 2020, Carolina y su esposo dividían su tiempo entre Taiwán y Colombia. Pasaban cuatro meses en un continente y luego se mudaban al otro.

La pandemia por la covid-19 los sorprendió en Colombia. Con su hija recién nacida, decidieron resguardarse en la finca familiar en Chinchiná. El teletrabajo le abrió los ojos a la emprendedora. Descubrió que no necesitaba vivir en Asia por periodos tan largos y se radicó en su tierra.

Desde entonces, el Centrosur de Caldas es una parada obligatoria para llegar a Asia: Villa Clara Café instaló un centro de acopio en Chinchiná donde se escogen a mano y se trillan granos de distintas fincas para enviar a Taiwán.

El cambio de domicilio obligó a Carolina a aprovechar cada segundo en Asia. El único viaje que hace cada semestre tiene 20 días frenéticos. Visita la sede de su empresa en Taiwán, va a ferias en Corea del Sur y se reúne con clientes en Japón. El afán vale la pena, pues libera su calendario para dedicarle tiempo a su hija de cinco años.

Para Villa Clara Café, el mercado colombiano tiene aroma a oportunidad. La empresaria caldense cree que no se valora como debería el producto final. "En casa de herrero, cuchillo de palo. En Colombia nos tomamos la pasilla y el café que hay que quemar porque no se puede exportar", sentencia.

Carolina invirtió la lógica empresarial. Primero le dio la vuelta al globo, montó un negocio en el extranjero y ahora quiere encantar paladares en su tierra.

Villa Clara Café es considerada una empresa de alto potencial por la entidad Manizales Más.

 

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Villa Clara Café, a las mesas de Asia Pacífico

Trabajadores de Villa Clara Café, empresa fundada en Taiwán en el 2016.

Taiwán aloja uno de los principales enemigos del café, la humedad. A la vez, es el fortín de Villa Clara Café, especialista en comerciar productos de alta calidad. En el centro de distribución, las bodegas están dotadas para no superar los 19 grados centígrados y el 70% de humedad.

Todo el café pasa por esa isla antes de ser reexportado a Tailandia, Malasia, China, Macao, Singapur, Corea del Sur, Japón, Australia y Canadá.

En Colombia, Villa Clara Café se asocia con unos 40 caficultores que reciben el crédito en los empaques. Además, comercializa café de Etiopía, Uganda, Myanmar, Papúa Nueva Guinea, Bolivia y Brasil. La idea es tener una "tienda completa" que le ofreza al cliente todo lo que necesite.

 

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Europa y Sudamérica, en la mira del café colombiano

Manizales Más escogió a Villa Clara Café en el programa Empresas de Alto Potencial para el 2025. Allí reciben mentorías para aumentar sus ganancias y pulir las operaciones. Los objetivos de la empresa de Carolina Mejía son:

  • Fortalecer su línea de café tostado para expandirse en Latinoamérica y llegar a los supermercados de Paraguay, Argentina y Chile.
  • Exportar, al menos, 250 mil dólares de café tostado en el 2025.
  • Entrar al mercado de Europa como lo hicieron en Asia Pacífico.

Carolina resume dos ventajas de ser asesorada por Manizales Más: pulir los conocimientos financieros y contables y poner la lupa en temas que pueden pasar desapercibidos por el ajetreo diario.

 

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Villa Clara Café, en números

$8 mil 500 millones en ventas facturó la unidad de Villa Clara Café en Colombia durante el 2024. La compañía genera 6 empleos directos y unos 25 indirectos en Colombia. En Taiwán cuenta con 20 trabajadores.

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No está a la venta

Carolina Mejía y Peggy Lin han recibido ofertas de compra de Villa Clara Café, pero las rechazaron para seguir creciendo con la compañía.

Sacos de Villa Clara Café.

 

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