Conozca más sobre la embera karamba que representa a Risaralda en el Reinado Nacional del Café

Yenifer Jaramillo es una reina fuera de lo habitual. Su belleza física está acompañada de un sentido político y social que sembró desde su infancia en las montañas de Quinchía (Risaralda). 

Es originaria del Tabor, vereda de La villa de los cerros, y hace parte de la comunidad indígena embera karamba. 

Ser reina fue un regalo del destino que recibió con los brazos abiertos, porque a pesar de que no lo tenía dentro de sus planes, se dio cuenta que el reinado no solo visibiliza la belleza de las candidatas, sino que les permite ayudar y poner en primer plano las luchas de las personas que representan. 

En este caso, al ser la señorita Risaralda en el Reinado Nacional del Café que empieza el próximo martes 24 de junio en Calarcá, Yenifer supo que visibilizar la realidad del campo es un deber que no puede estar en segundo plano. 

“Cultivar es un acto de fe”, afirma. Y en esa frase se resume gran parte de su visión: sembrar no es solo esperar que brote una planta, sino poner el alma, la intención, la esperanza. “Nosotros confiamos que se nos va a dar, pero también somos quienes intencionamos, quienes ponemos el amor en la semilla”.

Yenifer conoce de cerca los saberes de su comunidad indígena y los entrelaza con sus estudios en saneamiento ambiental y con su actual formación como abogada. Desde ese cruce de caminos, defiende su tierra y a quienes la cultivan. 

“Sin territorio no hay café, y sin café no hay identidad para muchas familias. Por eso debemos cuidar nuestras montañas, nuestros paisajes y nuestras fuentes de agua”, dice, refiriéndose a las luchas que su comunidad ha liderado en defensa de la vida.

Una corona para transformar

Desde que fue elegida como Reina Departamental del Café, ha asumido su rol no como un símbolo decorativo, sino como una plataforma para transformar. 

“En este camino he aprendido y desaprendido muchas cosas. Me he formado en métodos de preparación de café, historia cafetera, pasarela, periodismo… pero sobre todo he entendido que desde este espacio también se puede llevar un mensaje”.

Ese mensaje habla de dignidad, de identidad, de comunidad. Habla de la posibilidad de que el mundo vea a Risaralda no solo como tierra cafetera, sino como territorio de luchas y saberes ancestrales. 

“Mis expectativas no son solo quedarme con la corona. Quiero que este proceso sirva para cambiar la mirada que se tiene sobre nuestros territorios, para que se valore más lo que somos”.

En el departamento, cuenta la candidata a la corona, los caficultores también están en un proceso de transformación que busca cambiar y modernizar las prácticas para que sea más amigables con la madre tierra y con el territorio. 

La vocación de servicio

Yenifer no se define únicamente desde lo político, pero sus palabras están cargadas de contenido transformador. Cree en la importancia de construir desde la base, de apoyar con pedagogía, de formar y acompañar.

“Es muy difícil hablar de las problemáticas del campo si no se ha vivido en él. Yo conozco lo que es el cansancio de la cosecha, la incertidumbre de la siembra, la alegría de una buena taza de café. Y por eso creo que puedo aportar, desde el conocimiento y desde el corazón”.

La joven habla con convicción, sin grandilocuencia, pero con una claridad que conmueve. Sabe que hay mucho por hacer, pero también sabe que el primer paso es levantar la voz. 

“Servir en comunidad es el llamado más profundo del ser humano”, afirma.

Desde su comunidad, desde su saber indígena, desde su formación profesional y desde su vivencia cafetera, Yenifer confía en quedarse con la corona que será entregada el domingo 29 de junio. 

Así podrá continuar con su trabajo visibilizando las luchas que ha visto desde que era una niña, solo que ya no desde el Tabor, sino desde el país. 

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