
Un registro que asombra a la comunidad de aves en Colombia: avistan un gaviotín costero entre montañas

Mario Osorno, de 49 años, trabaja desde hace 10 años en el malecón de Cameguada de Chec, en Chinchiná (Caldas), y las aves se han vuelto parte de su vida, sobre todo, las acuáticas. Le apasiona observar su comportamiento y aprender el porqué de sus nombres científicos.
Esta experiencia y entusiasmo lo llevaron a detectar una presencia inusual en el lago norte, una gaviota atípica. Al principió presumió que era una gaviota reidora (Leucophaeus atricilla), que suele arribar de Norteamérica.
El guía local observó durante cuatro días la visitante, vio su cola bifurcada y la cabeza negra, la fotografió y le compartió las imágenes a Fabio Arias, asistente ambiental en biodiversidad y turismo del área de Sostenibilidad Empresarial de Chec.
“Pensé que era un charrán tradicional, que puede pasar por el interior del país, pero con las observaciones del pico tan naranja; del punto amarillo en el pico, muy poco perceptible; las patas naranja, y la cola horquillada, nos dimos cuenta de que posiblemente era una de dos especies: Sterna paradisaea o Sterna hirundinacea. Me inclino un poco más hacia hirundinacea”, comentó Fabio, quien también es guía de aviturismo y fotógrafo de naturaleza.
Él consultó con el grupo de avistadores de Caldas, allí concluyeron que se trataría de un gaviotín cola larga (Sterna hirundinacea), endémico de Sudamérica y migratorio austral. Un reporte único para Caldas e inédito para Colombia, lo que generó sensación en la comunidad pajarera.
El gaviotín costero llegó hasta el embalse de Cameguadua en Chinchiná (Caldas), un registro atípico para el departamento y para el país.
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El revuelo en la comunidad pajarera
Desde el 15 de mayo empezaron a llegar los observadores a conocer por primera vez esta ave y lograr su mejor foto. Mario, con disposición y orgullo, ha recibido a cerca de 60 personas. Les brinda el recorrido en lancha durante 30 minutos, les muestra otras aves y los lleva a unos 50 metros de la boya en la que se posa el gaviotín.
Allí les cuenta un poco sobre el comportamiento del animal: “Dura 10 minutos allí perchado, no le da la espalda a la lancha y cuando vuela se dirige al lago sur. Se alimenta de pequeños peces”.
El guía local los ubica a una distancia prudente, les pide a los observadores y fotógrafos paciencia y respeto por esta visitante, sin generar ruidos y movimientos que la perturben o la fuercen a volar.
Mario Osorno registró por primera vez el gaviotín en Cameguadua. Realiza las guianzas de martes a domingo, de 8:00 a. m. a 5:00 p. m., el costo de ingreso al malecón es de $4 mil y el recorrido en lancha, de $8 mil.
Un pajarero que llegó por la novedad del gaviotín fue el biólogo y guía de aviturismo Hernán Arias, el martes viajó desde Bogotá exclusivamente a fotografiarlo. “Es rara y difícil tener una oportunidad como esta”, afirmó mientras lo buscaba con sus binoculares.
Niky Carrera Levy y Mauricio Ossa, de Birds Colombia y el Guardián de las Aves, condujeron durante hora y media desde Circasia (Quindío) para ver esta ave costera en medio de las montañas. “Es gratificante porque nos sigue diciendo que somos un país biodiverso y tenemos que cuidarlo”, expresó Niky. Agregó: “La tarea es llegar a mi casa e investigar un poco más sobre esta especie para que esa foto que voy a publicar tenga un mensaje”.
Mauricio Ossa, Hernán Arias, Niky Carrera Levy y Mario Osorno.
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Un registro único al interior de Colombia
Yanira Cifuentes Sarmiento, bióloga con maestría en conservación y uso de la biodiversidad, integrante del equipo técnico de la Asociación Calidris y coordinadora del Censo Neotropical de Aves Acuáticas de Colombia y del programa de áreas importantes para la conservación de las aves, reiteró la importancia del registro del gaviotín en el malecón de Cameguadua. “Desde las aves acuáticas es un registro notable, es el primer registro de un gaviotín tan adentro del continente. Para Colombia es un reporte valioso y clave, así como el interés que ha despertado”.
Ella ha observado con detalle las fotos y los videos que se han publicado del ave en Chinchiná. Aún no tiene certeza de qué especie se trata, ya que podría ser un gaviotín cola larga (Sterna hirundinacea), que es endémico de Sudamérica y en su migración austral la observación más cercana ha sido en Salinas (Ecuador), así que sería la primera vez que se ve en Colombia; o un gaviotín ártico (Sterna paradisaea), una especie que está en Norteamérica, Europa y Asia, con una migración boreal, y que ha tenido registros erráticos en la costa Pacífica.
Por esta razón, ella y otros ornitólogos del país y de Sudamérica están analizando al detalle las imágenes, buscando caracteres diagnósticos como tamaño de las patas, forma y color del pico y longitud de la cola. También analizan el comportamiento de este individuo.
“Hay una particularidad en los gaviotines: una estructura que tienen debajo de la mandíbula que se llama gonio. Esta es más prominente en paradisaea que en hirundinacea. En el gaviotín ártico las patas son más cortas y cuando vuelan, las tienen siempre colgando, al contrario de los de Sudamérica, que al volar las ponen pegadas al abdomen, porque son más largas. Las plumas de la cola sobresalen casi el doble de las alas cuando el ave está posada. En las fotos esto no es tan evidente, se ve una cola larga, pero no tanto como nos han comentado para la hirundinacea”. Estas son algunas características que llevan a pensar a la bióloga que se podría tratar de la especie norteamericana.
Para la experta, es curioso que esta ave esté tan alejada del mar o del océano. “La razón puede ser que una tormenta la haya desviado y aislado de su grupo. Es más probable que sea paradisaea. Puede ser que esté hoy, que permanezca 10 días o que desaparezca en 10 años y vuelva a aparecer en otro año. Lo notable de este registro es que se confirma la presencia de un gaviotín marino en un humedal al interior de Colombia”.
Precisó que por esta época aún hay aves migratorias boreales, que están de regreso a Norteamérica para reproducirse en el Ártico y añadió que gaviotas y gaviotines llegan tarde y se pueden quedar en trópico hasta junio o julio. "Todavía estamos muy temprano para la migración austral. Todavía no ha empezado. Nuestros primeros australes llegan a la Amazonía en junio, julio. Todavía está muy temprano para que sea una migración austral. De pronto no sabemos, algo puede pasar. A veces uno de biólogo busca, buscar para que le dé una especie para definir la especie. Por eso hay que ser tan prudentes y no irse a la liguera", djio la experta.
Por eso invitó a los observadores a tomar más fotos de la cabeza, del pico y de las patas; grabar sus sonidos y hacerle vídeos del comportamiento, pero advirtió: “Si se le van a acercar demasiado, lo que van a hacer es perturbarla. Este pobre individuo de pronto todavía no ha tenido o no tiene la fuerza suficiente para volar, para migrar. Si nosotros la empezamos a acosar, a perturbar, le podemos generar más presión”.
¿Por qué llegó esta ave costera a Caldas?
La bióloga Camila Gómez Montes, investigadora senior en la ONG Selva, consultada por LA PATRIA, da algunas hipótesis de por qué pudo haber llegado hasta el malecón de Cameguadua en Chinchiná (Caldas) un ave costera migratoria.
“Las aves migratorias, aunque están genéticamente programadas para desplazarse desde y hasta zonas muy específicas, tienen cierta plasticidad y a veces también fallan y terminan en lugares lejanos a sus zonas habituales de parada o invierno. En esta época (otoño austral), los individuos de Sterna hirundinacea que se reproducen en Uruguay y el Sur de Brasil migran hacia Ecuador para pasar los meses de invierno. El registro en Caldas probablemente corresponde a un individuo que se pasó (por mucho) de su zona habitual de invierno.
¿Qué factores podrían generarlo?
“Hay varios factores. Uno podría ser condiciones ambientales extremas en Ecuador que obligaron a que esta ave se desplazara muchos más kilómetros buscando recursos (extrema sequía o falta de recursos en su humedal habitual). Pero en ese caso, se esperaría encontrar más individuos de la especie en otras zonas. Otra opción podría ser una anomalía genética en el ave vista en Caldas, que desencadenó una distancia migratoria mucho más larga que de costumbre. Este podría ser el caso si es un individuo inmaduro haciendo su primera migración de otoño. Sin embargo según he visto en las fotos, el individuo visto tiene su plumaje definitivo (probablemente no es un ave de primer año). Finalmente, otra opción podría ser que este individuo por alguna razón decidió hacer un vuelo exploratorio extremadamente largo, tal vez dado que las condiciones en su zona de invierno habitual no eran idóneas. A veces condiciones climáticas extremas como tormentas son capaces de empujar a las aves cientos de kilómetros fuera de sus rutas habituales.
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Actividades de conservación en Chec
Chec tiene dos embalses para generación de energía en Chinchiná (Caldas): Cameguadua y San Francisco en el sector de La Esmeralda; donde realizan actividades de conservación en compañía de las comunidades vecinas e instituciones de la región, como parte de la protección de las 7.040 hectáreas de bosque que son de su propiedad.
En el sector de Cameguadua se encuentran tres lagos: el norte, donde funciona el malecón y se realizan actividades acuáticas, como pesca y entrenamiento de natación en aguas abiertas, además de acercamiento con la biodiversidad que allí se identifica. El lago sur y Lago La Mira, que son visibles desde la vía hacia Palestina, y cuentan con el agua para el proceso de generación de energía. “Desde allí se conduce el agua para la Planta Ínsula y posteriormente también es utilizada para generar en la plantas Esmeralda y San Francisco.
Fabio N. Arias, asistente ambiental en biodiversidad y turismo del área de Sostenibilidad Empresarial de Chec, explica que en Cameguadua, con la organización internacional Audubon, desde hace unos tres años cuentan con una estación de monitoreo para aves migratorias que tengan instalado un anillo de seguimiento (chip) y que se sigue en tiempo real a través de la plataforma Motus.
Arias precisa que en Cameguadua tienen reportes en su mayoría de aves acuáticas y muchas migratorias, logrando unas 220 especies; en La Esmeralda se le suman las aves del bosque San Francisco, llegando a cerca de 250.
“A nosotros nos enorgullece tener un territorio tan biodiverso con estos embalses”, apunta el asistente ambiental en biodiversidad y turismo de Chec.
El Embalse Cameguadua es un humedal incluido en el Censo Neotropical de Aves Acuáticas (CNAA). Desde hace más de 10 años, es censado periódicamente por el Grupo de Estudios de las Aves de Caldas (GEA).
Hernán Arias.
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