
Álvaro Uribe recibe apoyo en las calles: Manizales marchó para respaldarlo tras su condena

La neblina aún cubría ayer parte de la avenida Santander cuando, pasadas las 9:00 de la mañana, un grupo de 700 manifestantes comenzó a reunirse en las inmediaciones del CAI de El Cable. Desde allí, entre sombrillas por la llovizna, banderas de Colombia y camisetas blancas con la frase “Uribe Inocente”, comenzó una marcha convocada en respaldo al expresidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), recientemente condenado por la justicia.
El eco del Himno Nacional dio inicio a la jornada. Cerca de 700 personas entonaron la letra mientras ondeaban los símbolos patrios. La movilización avanzó rumbo a la Plaza de Bolívar, coreando consignas como “¡Fuera Petro!”, “¡Marchamos por la libertad y la democracia!” y “¡Uribe, amigo, el pueblo está contigo!”.
Un vehículo Mitsubishi acompañaba la marcha, reproduciendo audios con la voz del exmandatario. Delante, integrantes de la reserva militar sostenían una pancarta con un mensaje claro: “Uribe inocente”.
La movilización ocurrió apenas seis días después del fallo del Juzgado 44 Penal del Circuito de Bogotá. La jueza Sandra Heredia condenó a Uribe a 12 años de prisión por fraude procesal y soborno en actuación penal. La sentencia también incluye una multa de 3.400 millones de pesos y una inhabilitación de ocho años para ejercer cargos públicos.
Aunque fue absuelto del delito de soborno simple, se ordenó su detención inmediata bajo la modalidad de prisión domiciliaria. El caso, que se remonta a más de una década atrás, ha sido denominado en Colombia como el “juicio del siglo” y ha suscitado debates sobre la independencia judicial, el poder político y el papel de la ciudadanía.
A lo largo de la avenida Santander, entre vendedores ambulantes que ofrecían carpas plásticas —“¡No se enfermen, no se mojen!”—, sombreros blancos y pancartas, los manifestantes avanzaban. En algunos carteles se leía: “Condenado a ser el mejor presidente de la historia”, “Condenado a que Colombia lo respalde”, “Condenado a trabajar, trabajar y trabajar”.
Voces
Bruno Seidel Arango, empresario, expresó su preocupación por lo que considera una politización de la justicia: “Este proceso tiene muchos visos políticos. El peligro es hacia dónde va la Justicia. Un Estado sin Justicia es un Estado fallido. Estamos a dos milímetros de una dictadura. Las marchas son mensajes. La sociedad civil está consternada y debe pasar de la preocupación a la ocupación.”
Adriana Gutiérrez, exsenadora de la República y figura visible del Centro Democrático en Caldas, afirmó que su presencia en la marcha era una manifestación de respaldo al expresidente: “Escuché las audiencias. No hay pruebas que demuestren su culpabilidad. Y mientras tanto, otros, con delitos graves, están en el Congreso. Esto duele. Vamos a salir a marchar cuantas veces sea necesario.”
Manuela Montoya, ciudadana, explicó su presencia en términos personales: “Lo hago por mis hijos, por los colombianos. A veces siento que no nos escuchan, pero hay que estar.”
Amparo Salazar, habitante del barrio Palermo, dijo marchar en protesta contra lo que considera injusticias: “Uno se desahoga, tal vez sirva para que el Gobierno vea que la gente no está de acuerdo.”
La marcha a la que se fueron uniendo más ciudadanos a lo largo de la avenida Santander terminó en la Plaza de Bolívar con cerca de 1.200 manifestantes, según una fuente de la Secretaría del Interior de Manizales.
Desde otra perspectiva
Mateo Giraldo Valencia, director de la Corporación Jorge Luis Ortega García, planteó una lectura crítica frente a la protesta: “El proceso judicial contra Uribe se inició hace más de una década. No se puede decir que es producto del Gobierno actual. Las decisiones judiciales deben respetarse y controvertirse en los canales legales. La autonomía judicial es un pilar del Estado de derecho. Las manifestaciones pueden crear presión indebida sobre la Justicia, sobre todo cuando hay figuras políticas de tanto peso involucradas.”
Giraldo también señaló que, aunque el derecho a la protesta es constitucional, la narrativa de persecución política puede erosionar la confianza ciudadana en las instituciones: “El expresidente eligió ser juzgado por la jurisdicción ordinaria. Ahora que la decisión no le favorece, su partido intenta deslegitimarla.”
El abogado Eduardo Henao cuestionó el discurso que desacredita las decisiones judiciales: "No podemos aceptar que un fallo que se produjo con todas las garantías sea desacreditado por quienes no obtuvieron el resultado que esperaban. Este es un momento para reafirmar la confianza en la Justicia y no para socavarla".
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