
A un clic del conocimiento: plataformas que abren puertas donde hay muros

COLUMNISTA INVITADO
En un país como Colombia, donde las brechas de acceso a la educación persisten en lo geográfico, lo económico y lo digital, las plataformas educativas virtuales se han convertido en una oportunidad estratégica para garantizar el derecho a aprender. Más allá de ser un canal complementario, estas herramientas son hoy una respuesta directa al reto de democratizar la educación en todos los niveles.
Según el DANE, más de 1,2 millones de niños y jóvenes entre 5 y 16 años no asistieron al sistema educativo en 2023. A esto se suma el déficit estructural de cobertura en educación superior: solo el 53,9% de los jóvenes entre 17 y 21 años accede a este nivel, con una caída preocupante en zonas rurales y regiones apartadas. Frente a esta realidad, las plataformas virtuales han comenzado a cerrar brechas, ofreciendo contenido de calidad, formación a distancia y opciones flexibles que se adaptan a las realidades del país.
En Colombia existen múltiples plataformas virtuales, tanto públicas como privadas, que están transformando el ecosistema educativo. Desde el Estado, iniciativas como Colombia Aprende, del Ministerio de Educación, y Computadores para Educar, han reunido contenidos para primaria y secundaria, especialmente útiles durante y después de la pandemia. En educación superior, la plataforma Miriadax, de origen iberoamericano, ofrece cursos gratuitos (MOOC) en alianza con universidades públicas colombianas como la Nacional, la UTP y la UIS.
En el sector privado, plataformas como Platzi, fundada por un colombiano, ha formado a más de 3 millones de usuarios en programación, marketing, inteligencia artificial y negocios. Su modelo de suscripción ha sido replicado por Crehana, Domestika, y otras alternativas que ofrecen formación de alta calidad, con acceso desde cualquier lugar del país.
Aunque son pagas, muchas cuentan con becas o alianzas con entidadespúblicas y privadas para subsidiar el acceso.
A esto se suman iniciativas internacionales como Khan Academy, que ofrece contenido gratuito y traducido al español en matemáticas, ciencias y programación; Coursera, con alianzas con el SENA y universidades locales; y EdX, que ofrece formación con certificación de instituciones como Harvard o el MIT. En Colombia, más de 600.000 personas se han inscrito en al menos un curso virtual a través de estas plataformas, según el Observatorio de Educación del Banco Mundial.
Sin embargo, persisten retos clave. El primero, la conectividad: el 46% de los hogares rurales aún no accede a internet según MinTIC 2024. El segundo, la alfabetización digital: muchos estudiantes y docentes aún no dominan las competencias para aprovechar estas herramientas. Y tercero, la fragmentación institucional, pues muchas plataformas compiten entre sí o se desarrollan sin articulación con el currículo nacional o los lineamientos de calidad.
Frente a ello, la solución no está solo en aumentar la oferta digital, sino en
integrarla estratégicamente al sistema educativo nacional. Esto requiere:
1. Política pública clara que promueva la integración de plataformas digitales en el aula, con criterios de calidad, equidad y pertinencia.
2. Inversión sostenida en conectividad escolar y formación docente en competencias digitales.
3. Alianzas multisectoriales para llevar estas plataformas a comunidades vulnerables, en lenguas propias y con enfoque diferencial.
La educación virtual no reemplazará el aula, pero sí puede potenciarla. En un país diverso como Colombia, donde muchos territorios aún enfrentan el olvido del Estado, las plataformas educativas bien utilizadas pueden convertirse en puentes de oportunidad, movilidad social e innovación.
Aprender sin fronteras es posible, si conectamos bien la tecnología con el propósito educativo.