Creer en Caldas

Crecimiento económico, bienestar y sostenibilidad: reflexiones desde la experiencia internacional para Caldas

2025-09-10
Crecimiento económico, bienestar y sostenibilidad: reflexiones desde la experiencia internacional para Caldas
Foto | Archivo | LA PATRIA "Conviene recordar que el modelo capitalista, con sus matices e imperfecciones, ha sacado a más del 92 % de la población mundial de la pobreza extrema", explica el experto Rafael Gómez Gómez.
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Rafael Gómez Gómez*

Durante 2024 asistí a la reunión anual del Fondo Monetario Internacional con sede en Washington. Entre los distintos foros y paneles había un tema común: la preocupación constante y la intensa discusión sobre las rutas que Europa debía emprender para retomar el crecimiento económico. No es para menos, ya son más de dos décadas en las que el crecimiento anual promedio de esta zona económica no supera el 1,62 %, pasando cuenta de cobro a los sistemas de protección social que tanto se admiran desde nuestra región de América Latina.

También, llamó la atención la casi nula participación de nuestros país, solamente logré identificar al banquero central de Brasil y aquel de Costa Rica en un par de escenarios. Ahora, es preocupante per se que nuestra región no esté presente en estos espacios, sino lo que esa ausencia refleja: un bajo interés en la fórmula del crecimiento económico como la más acertada para superar la pobreza.

Conviene recordar que el modelo capitalista, con sus matices e imperfecciones, ha sacado a más del 92 % de la población mundial de la pobreza extrema, donde hace 120 años el 65 % de la humanidad vivía en esa condición, y hace 200 años ascendía al 81 %. Estos datos más allá de anecdóticos, muestran que, históricamente, el crecimiento económico sostenido ha sido el motor más eficaz para mejorar las condiciones de vida de la población.

En las últimas décadas, sin embargo, algunas corrientes de pensamiento económico han priorizado la redistribución sobre el crecimiento. Aunque la redistribución es necesaria para reducir desigualdades sociales, la evidencia muestra que sin crecimiento sólido los avances en bienestar se estancan o son insostenibles. La clave, como siempre, está en el equilibrio: crecimiento con regulación, articulación y sistemas más prósperos y virtuosos.

 

Una mirada a Caldas

Llevando esta reflexión a un contexto más cercano, analizando el desempeño de las 100 empresas más grandes de Caldas, utilizando la base de datos EMIS, con la hipótesis que el desempeño de estas empresas está ligado a la capacidad de crecimiento del departamento y, así mismo, al potencial de generar bienestar a partir de los efectos de derramamiento.

Los resultados muestran una tasa de crecimiento real del 3,16 % anual. Aunque esta cifra supera el promedio nacional y el de muchas economías del mundo (debería ser mayor en nuestro caso como economías en desarrollo), sigue siendo insuficiente para llevar a la región a una senda de ingresos altos y, sobre todo, generar un efecto multiplicador que produzca un salto estructural de bienestar.

El crecimiento económico de una región está profundamente entrelazado con la expansión y fortaleza de sus empresas. Cuando las compañías crecen, no solo incrementan su producción y ventas, sino que arrastran consigo a proveedores, distribuidores, servicios logísticos, talento humano y sectores complementarios, generando un efecto dominó que impulsa el PIB y amplía la base tributaria.

La capacidad de crecimiento de estas empresas se apoya, en gran medida, en su rentabilidad, es decir, en la capacidad de generar utilidades que puedan reinvertirse. En 2024, el ROA promedio fue del 7,5 %, lo que significa que por cada 100 pesos invertidos en activos, las compañías generan 7,5 pesos de utilidad neta.

El ROE, por su parte, se ubicó en 21,4 %, lo que quiere decir que, por cada 100 pesos aportados por los accionistas, se generaron 21,4 pesos de ganancia.

Estas cifras son saludables y competitivas, pero revelan una paradoja, gran parte de las utilidades no se está canalizando hacia la expansión corporativa, lo que limita el impacto del capital privado sobre el crecimiento económico regional.

Si la mayor parte de los beneficios se distribuye como dividendos en lugar de reinvertirse en innovación, tecnología, diversificación de mercados o formación de capital humano, el potencial de crecimiento se frena. Incluso un ROE elevado puede ser engañoso si proviene de un alto apalancamiento financiero, pues aumenta la vulnerabilidad ante cambios en las tasas de interés o ciclos económicos adversos.

En el caso de Caldas, el endeudamiento promedio de estas 100 empresas fue del 16,59 %, un nivel relativamente bajo que podría reflejar tanto un bajo dinamismo de inversión como un reducido apetito por el crédito, en parte influenciado por las altas tasas de interés de los últimos años.

 

Un doble desafío

En general, las empresas más grandes del departamento muestran cifras saludables, pero su dinámica de crecimiento no alcanza su pleno potencial. Al igual que las reflexiones que se daban en el FMI sobre Europa, sería oportuno que desde nuestro departamento comencemos a pensar en rutas que nos aseguren un crecimiento sostenido y robusto. Solo como referencia, el PIB per cápita de Caldas fue de aproximadamente 6.900 dólares en 2024; alcanzar el nivel medio de ingresos de la OCDE requeriría al menos duplicar esa cifra.

Este desafío es doble. Por un lado, aprovechar la sólida base de empresas líderes en agroindustria, café, alimentos procesados, software y manufacturas ligeras; por otro, lograr que su rentabilidad se convierta en una fuerza expansiva para el conjunto de la economía regional. La experiencia internacional muestra que los ecosistemas empresariales que logran combinar rentabilidad sostenida, reinversión y formación de capital humano son los que realmente transforman la estructura productiva y elevan de forma duradera el ingreso per cápita.

Crear empresa sigue siendo una de las tareas más complejas y menos comprendidas, pues implica navegar entre incertidumbres políticas, económicas y sociales con altas probabilidades de fracaso. Por eso, el aporte de los empresarios de Caldas que no solo sostienen sus negocios, sino que los hacen crecer, debe entenderse como un activo social estratégico. Si Caldas quiere consolidarse como una región competitiva, innovadora y próspera, debe colocar el fortalecimiento del tejido empresarial en el centro de su estrategia de desarrollo, entendiendo que no hay crecimiento económico robusto sin empresas que crezcan, reinviertan y se proyecten al futuro.

*Profesor de la Escuela de Economía, Finanzas y Sostenibilidad de la Universidad de Manizales.


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