Fundación Zephyr, un aliado social en el municipio de Risaralda

“La Fundación es una bendición para Risaralda. Si no existiera, no sabríamos qué hacer”, comentó una madre de familia mientras observaba en la mañana del 23 de julio a Jorge Valencia bajarse de una camioneta con su esposa, Amparo Ramírez, e ingresaban a la oficina de salud de la Fundación Zephyr, ubicada frente al Hospital San Rafael y al Colegio María Inmaculada.

La familia Valencia Ramírez había regresado esa semana de Estados Unidos, en donde reside desde hace 30 años, lo que no les ha impedido mantener una estrecha relación con Risaralda (Caldas) a través de labores sociales que hicieron durante años para ayudar a personas de escasos recursos, y luego por medio de esta entidad que sostienen con su trabajo en el exterior: una cadena de restaurantes y una fábrica de alimentos que generan unos 140 empleos.

Pensando en los niños

“Queríamos hacer algo diferente y decidimos iniciar la Fundación hace tres años. No sabíamos cuán difícil era, pero empezamos con esta oficina de salud que era uno de los aspectos más débiles en el municipio; ayudando a la gente con las EPS, a ser puente entre quienes no tenían acceso a la tecnología, a los de menos recursos, y acercarlos a los servicios de salud”, recuerda Jorge.

El trabajo en Risaralda se les fue ampliando. Actualmente cuentan con otras sedes; Casa Vanesa, que es una donación, y Los Delfines, que es una cancha sintética, donde brindan gratis programas educativos, clases de inglés, sistemas, natación, fútbol, música, banda estudiantil, porrismo para cerca de 300 niños.

La tercera sede es el Jardín Botánico, que también les donó una entidad en el municipio para que Zephyr lo adecuara y empleara para el servicio de la población. Están ajustando los programas que van a ofrecer.

Hasta ahora son siete personas trabajando con la Fundación, entre coordinación, personal de trabajo social, de salud y de educación que están en constante comunicación con la familia Valencia Ramírez en EE. UU.

Enfrentando problemas sociales

Jorge tiene 46 años, nació y creció en Risaralda, hijo de campesinos que llegaron en los años 60 a trabajar en fincas. “Fuimos ocho hijos, mi papá fue el primero que emigró a Estados Unidos en 1979, ya todos están allá. Fui el último en irme, en el 90, aunque no quería hacerlo; siempre he defendido mis raíces, la identidad. Me gradué en 1997 en el Colegio María Inmaculada”.

Cada que Jorge regresaba de visita a Risaralda veía problemas más grandes y no sabía qué hacer. En alguno de sus viajes conversó con el director del Hospital, quien le sugirió abrir la oficina de salud, luego vino el trabajo con los niños que complementó la labor integral de la Fundación.

“En la época en que crecí no se veían en el pueblo los problemas sociales de hoy, sobre todo la drogadicción. Siempre teníamos cosas útiles qué hacer o por lo menos no eran nocivas. Esa es la preocupación principal nuestra, que les podamos ocupar el tiempo libre a los niños y que llenen sus espacios de cosas productivas”, recalca Jorge.

Considera que ha sido la independencia, de capital y de pensamiento, lo que los ha mantenido trabajando en beneficio de las comunidades y que la gente identifique a la Fundación Zephyr como un aliado.

Planes de Zephyr

Jorge Valencia asegura:

* “Vemos muy difícil expandirnos a otros municipios, la Fundación Zephyr es patrocinada por nosotros, no tendríamos cómo llegar a otros municipios de nuestro bolsillo, lo que tenemos es para lo que está aquí en Risaralda, pero hemos acumulado una experiencia tan grande que mucha gente viene de otras partes”.

* “La nueva meta es convertirnos en una IPS, estamos en ese proceso”.

* “Me imagino a los risaralditas gozando de una mejor atención en salud y en educación”.

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