
Dahlia de la Cerda habla de su literatura y activismo a través de su última novela: Medea me cantó un corrido

La escritora y activista mexicana Dahlia de la Cerda, nominada además al Booker Prize 2025, habló con LA PATRIA Radio sobre su visita a Manizales a la Feria del Libro, su novela Medea me cantó un corrido y la literatura latinoamericana. Esto dijo:
¿A qué se debe esta visita?
Vine a la Feria del Libro de Manizales y he tenido varios eventos. Ayer tuve la presentación de dos de mis libros y hoy (3 de septiembre) estaré dando un taller. También estaré firmando libros y básicamente vengo a compartir mi obra, mi trabajo literario con las personas que pudieran estar interesadas en lo que escribo.
¿Cómo describe su libro Medea me cantó un corrido?
Medea me cantó un corrido es la historia de seis mujeres y un adolescente. Y cómo las decisiones de este joven que incluyen unirse al narcotrabajo influyen en la vida de las mujeres que lo rodean, que son su novia, su mamá, pero también mujeres que están relacionadas de forma indirecta en su vida.
Son historias de quienes viven las consecuencias de las organizaciones multicrimen de la violencia y todas las historias están relacionadas no solamente porque comparten un universo narrativo y una trama, sino también por la presencia de una figura de la mitología griega clásica, que es Medea, que en cada uno de los textos aparece como una ayudadora, una facilitadora, una amiga.
Y en qué momento surgió la idea del libro? ¿Cómo fue su inicio?
Inicialmente yo iba a escribir solo historias de aborto.
El libro iba a ser sobre mujeres que interrumpen su embarazo en contextos diversos donde el hilo conductor fuera la interrupción de un embarazo, pero que la complejidad estuviera en el contexto tan diverso en el que las mujeres pueden interrumpir un embarazo.
Hay quienes lo interrumpen en situaciones de muchísimo privilegio y hay mujeres que lo interrumpen en situaciones de mucho riesgo, de mucha vulnerabilidad y de condiciones materiales y económicas muy precarias.
Entonces, en mi trabajo como activista, porque me dedico al tema de la interrupción del embarazo, he acompañado muchas historias que me parecían que tenían mucho material literario y que se podía construir historias de ficción y construir literatura a partir de esas historias, pero no eran mis historias, son historias en las que yo estuve como acompañante.
Entonces, para poder usarlas había que pedir autorizaciones a las mujeres dueñas de esas historias y no conseguí todas las autorizaciones que yo quería. Solamente tres mujeres me dieron la autorización para usar sus historias.
Entonces, a partir de ahí estuve explorando otros temas que me interesan y creo que como habitante de un territorio que constantemente está en conflicto y en convivencia con las organizaciones multicrimen, uno de los temas que me empezó a interesar fue el reclutamiento, sobre todo de adolescentes y de jóvenes.
Porque al menos en México hay estadísticas que dicen que 800 mil personas trabajan de manera directa para las organizaciones multicrimen y aproximadamente el 70% de esas personas son jóvenes, adolescentes o niñes.
Esto me impactó mucho: qué llevaría a un niño o a un joven a querer unirse a una organización multicrimen. Y decidí entrelazar como pude con el tema de la interrupción del embarazo.
Pero creo que al final de cuentas los temas de un libro, al menos para mí como escritora, están muy atravesados por los contextos y por los momentos sociales en los que atraviesa al menos mi país.
Y en ese momento en mi país estaba el debate justamente de cómo frenar la violencia del crimen organizado y una de las propuestas era definitivamente frenar el reclutamiento.
Entonces, como parte de esas conversaciones fue que se me ocurrió incluir algunas historias sobre este tema en mi libro.
¿Por qué escogió a Medea para el libro?
Nunca fui la más fan de retomar a los clásicos ni de hacer lecturas de los clásicos griegos. De hecho hasta me molestaba y me aburría un poco la obsesión por los clásicos griegos.
Además porque estudié filosofía y tuve que ver a los griegos una y otra y otra vez.
Pero para el libro necesitaba una madre que no fuera una madre perfecta, de preferencia que fuera una mamá mala, así mala, mala, mala.
Y había pensado inicialmente en la llorona, que es una figura del folclor mexicano: una mamá que mató a sus hijos, los ahogó y que después se arrepiente y los anda buscando por toda la eternidad.
En México en un lugar donde hay agua como un río, un mar o un arroyo, la gente siempre dice que se escucha la llorona, gritando: "Ay, mis hijos, ay, mis hijos”.
Entonces, yo quería retomar esta figura de la llorona, pero me decidí por Medea porque era una figura más global.
Creo que la mitología griega, te guste o no, seas lectora o no, la conoces. En cambio, la llorona era una referencia muy situada en México y posiblemente en Latinoamérica.
Fue por eso que me decidí por Medea, pero también decidimos tropicalizarla y hacerla una Medea muy mexicana que se toma una quitichela, que trae las pestañas, la extensión de pestañas, que ya se hizo la ceja, que ya se hizo las uñas y que está muy adaptada al contexto mexicano, a su cultura, a a su folklore y a las costumbres.
Foto l Tomada de Rey Naranjo Editores l LA PATRIA
El libro de la activista y escritora ya se puede leer en Colombia con la editorial Rey Naranjo.
El libro ha logrado conectarse con personas en Colombia también. ¿Cómo fue que llegó a publicarse con una editorial de aquí?
Rey Naranjo me envió la propuesta para la publicación y la verdad es que me pareció que hacen un trabajo excelente de edición.
Decidí aceptar la propuesta sobre todo porque a mí no me interesa quedarme como una autora local que solamente publique en México y que solamente sea conocida en México.
Creo que en Latinoamérica compartimos contextos y muchas problemáticas, y establecer diálogos sobre eso nos puede ayudar tanto de catarsis para sentir que sí pertenecemos a un mismo territorio y sentirnos acompañados, como también para pensar en posibles soluciones de cómo pacificar nuestros territorios.
Porque creo que al final de cuentas a lo que todas las personas aspiramos en América Latina es a poder vivir en países pacíficos y en países que no estén azotados por la violencia.
Y creo que la literatura puede generar esas conversaciones para que pensemos los conflictos que atravesamos, pero también como escritora quiero que mi obra llegue al mayor número de lectores posibles.
¿Cómo fue la decisión de narrar el libro en primera persona?
Lo de narrar el libro en primera persona creo que es una estrategia por un lado literaria y es que el narrador en primera persona tiene funciones que para mí son vitales por las características de los relatos que estaba escribiendo.
Narro desde una moralidad muy gris. Mis personajes son moralmente muy grises, hacen cosas que podríamos pasar horas debatiendo si están bien o si están mal, son personajes que hacen lo que pueden con lo que tienen, que tienen un sentido del humor muy particular, negro y que son personajes que son políticamente incorrectos en muchos contextos.
Entonces, cuando tú vas a narrar situaciones de violencia, situaciones que son controversiales, que necesitan que el lector empatice para que no se vaya a escandalizar, pues el narrador en primera persona funciona mucho para ayudar a generar esta sensación de proximidad y empatía.
Y esto tiene una razón de ser y es que como seres humanos todo el tiempo estamos escuchando en la vida cotidiana relatos en primera persona y estamos acostumbradas y acostumbrados a no juzgar cuando escuchamos esos relatos en primera persona o sí juzgar, pero de entrada conceder el beneficio de la escucha.
Cuando llegan nuestras amigas, nuestros padres, las personas con las que convivimos cotidianamente a contarnos algo, siempre es en primera persona y que el relato sea personal hace que les concedamos la atención. Y luego casi siempre empatizar.
Entonces, cuando estás escribiendo un texto literario donde vas a tocar temas polémicos, socialmente catalogados como inmorales y violentos, el narrador en primera persona es el que más funciona para que al menos te concedan el beneficio de la duda y para que los lectores empaticen.
Pero también era una decisión política porque creo que las personas subalternas, que esto incluye mujeres, pero también a hombres de periferias, a hombres racializados, a hombres que han vivido en contextos de precarización y todas las personas que somos subalternas, históricamente no hemos tenido una voz.
Hay libros que hablan de este tema o de comunidades enteras que han sido vetadas de tener una voz propia y han buscado a través de expresiones artísticas recuperar esa voz.
Entonces el hecho de narrar en primera persona también es un ejercicio político. Que se entienda la necesidad de que las personas que históricamente han sido marginadas puedan contar sus historias en primera persona y con su propia voz.
Foto l Tomada de Rey Naranjo Editores
Dahlia de la Cerda fue nominada al Booker Prize 2025.
¿A cuáles escritoras latinoamericanas recomienda y disfruta leer?
En este momento hay mucha actividad de muchas autoras latinoamericanas que están escribiendo y haciendo producción artística.
Recomiendo Visceral de María Fernanda Ampuero. También Un lugar soleado para gente sombría de Mariana Enriquez.
Y hablando de autoras mexicanas creo que podrían leer la obra de Olivia Teroba o de Laura Baeza y Aura García Junco.
Y una famosa y reconocida internacionalmente, que a mí me parece que su obra tiene que seguir siendo difundida, es Fernanda Melchor.
Siempre es genial que busquen leer autoras latinoamericanas y se puedan encontrar con grandes sorpresas.
Por ejemplo, yo acabo de leer El cielo de la selva de la cubana Elaine Vilar y verdaderamente me sorprendió.
¿Qué más atraviesa la realidad de las mujeres que aparecen en su libro basada en historias reales?
Al menos en el contexto mexicano, a pesar de que vivimos en medio del fuego cruzado o que vivimos en contextos de narcoestados o de narcopolíticas, o de narcotrabajo, las mujeres siempre encontramos espacio para la agencia.
Creo que seguimos conservando agencia o tratamos de aferrarnos a esa agencia aún en condiciones de dificultades y de precarización o discriminaciones.
Seguimos aferrándonos a tener la última palabra de nuestras vidas y a poder tomar nuestras propias decisiones y hacer lo que podemos con lo que tenemos.
También creo que somos particularmente muy aferradas a la belleza, a la ternura, a tener nuestros espacios dignos.
Todas las mujeres que conozco y que están en contextos supercomplejos son muy buenas para cuidar o tienen pequeños detalles a la hora de cuidar a otros seres humanos, animales o a otros seres vivos.
Eso es algo que me conmueve mucho.
En México puedes encontrar muchos esfuerzos de mujeres que, a pesar del horror en el que viven, se aferran al cuidado, a la resistencia colectiva y a la ternura.
Por ejemplo, las madres buscadoras son un ejemplo de ternura.
El hecho de que muchas de ellas después de que encuentran a sus hijos, continúen buscando el de otras mujeres y continúen trabajando para encontrar a otras personas desaparecidas, habla de esa ternura constante a la que nos aferramos las mujeres en contextos como el mexicano.
Entonces, a mí me interesaba mucho visibilizar también eso, cómo las mujeres todavía podemos tomar decisiones en contextos muy complejos, cómo nos aferramos a la ternura y al cuidado y cómo seguimos conservando el sentido del humor.
Las mujeres mexicanas y en general los mexicanos, a todo le vemos el sentido del humor. Es raro que podamos tomarnos algo con absoluta seriedad.
Siempre nos estamos burlando de nuestras tragedias, de nuestra desgracia y eso también me interesaba visibilizarlo.
¿Cuál sería su invitación a las personas para que se acerquen a la literatura?
Pienso que la literatura o la escritura está muy mal vista en muchos contextos, la ven como algo aburrido, que da flojera, que da pereza, pero creo que de eso tienen la culpa muchos escritores y escritoras que verdaderamente escriben cosas muy imposibles de leer y muy aburridas.
Pero yo les garantizo que hay libros que son divertidos, fáciles de leer, que te dejan aprendizaje de otros contextos, que te la pasas muy bien leyéndolos, que lloras, te ríes, te enojas.
Y les recomendaría que le den una oportunidad a mis libros porque creo que algo que he logrado es conectar con un montón de personas y que personas muy variadas me lean.
Creo que es una de mis habilidades. No solamente me lee gente que le gusta leer, me leen en cárceles, en el barrio, en comunidades rurales y gente muy joven que no le gusta leer.
Entonces, creo que quizás puedo ser la puerta de entrada para que luego puedan leer otras cosas y qué tal que un día terminan también leyendo señores aburridos, pero denme una oportunidad y les prometo que no se van a arrepentir porque soy muy divertida a la hora de escribir.
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