Cultura

Hablemos de libros: Se queman librerías, que arda la literatura

2025-08-16
Las librerías de segunda son símbolos de la cultura. La pérdida de libros en el incendio del pasado lunes es también haber perdido miles de historias.
Fernando-Alonso Ramírez

"La Gran Biblioteca lo adquiría todo, desde poemas épicos a libros de cocina". En El infinito en un junco, Irene Vallejo empieza así el aparte sobre la importancia de Homero y sus poemas en la literatura universal. Se refiere, por supuesto, a la Biblioteca de Alejandría, ese crisol de la cultura, que ardió en llamas.

 

Al repasar esa cita, se me ocurre que, guardando las debidas proporciones, las librerías de segunda se parecen mucho a esa idea de Alejandría, donde no se censuraban autores o temas, sino que se tenía de todo: desde incunables verdaderos hasta los recetarios que se imprimen por millones bien para una vida saludable o que prometen contener los secretos de cualquier disciplina.

Mientras ardían este par de librerías, varios compañeros me escribieron con sorna para darme el peśame. Saben lo que sufro ver cómo se pierde la palabra escrita. Recordé en esos momentos que en esas librerías de segunda he encontrado libros difíciles de conseguir. Por ejemplo, de autores caldenses editados por la también desaparecida Imprenta Departamental. Textos que se han vuelto de difícil consecución porque nunca más se volvieron a imprimir, ante la falta de política editorial en nuestro departamento.

El lunes 11 de agosto, ese incendio consumió en Manizales estanterías y miles de volúmenes. En La Eneida y la Latina. Eran libros de segunda mano, que ardieron o se ahogaron en la fragilidad de la celulosa y se llevaron consigo historias, saberes y fragmentos de la memoria colectiva.

Las librerías de segunda mano son más que negocios. En ellas, como bien lo sabe Mario Conde —el detective nostálgico de Leonardo Padura—, se encuentran libros que no se buscan, pero que nos encuentran. Son espacios donde el azar literario se convierte en destino, donde cada ejemplar tiene cicatrices, dedicatorias, subrayados que narran otras vidas. Además, el viejo detective de La Habana de las carencias, es un buscador de libros viejos, que le permiten reunir su su mínimo vital y su máximo espiritual.

Cómo no pensar también en esa obra maestra de la novela negra que es El Club Dumas, de Arturo Pérez-Reverte, donde nos enseña que los libros usados pueden ser piezas de un rompecabezas mayor, capaces de revelar secretos, de provocar obsesiones o incluso de desatar tragedias.

Otro personaje al que también volví es a Mendel, el de los libros, protagonista entrañable de la novela corta de Stefan Zweig que se la pasaba en una mesa del Café Gluck, rodeado de catálogos, ediciones raras y pedidos imposibles.

No era un comerciante, era un custodio de la memoria impresa, un sabio sin título que conocía el alma de cada libro. Cuando la guerra lo desplazó, nadie lo extrañó. Excepto el autor, que empieza a recorrer sus pasos y darse cuenta de que con la pérdida de un librero de textos viejos, se pierde también la posibilidad de tender puentes en la cultura. Con la desaparición de Mendel, se extinguió una forma de sabiduría silenciosa, casi sagrada. Algo, que en este mundo, que ya no atiende a la vida contemplativa, es difícil de encontrar.

Este incendio no solo destruyó bienes materiales. Destruyó puentes invisibles entre generaciones, entre autores olvidados y lectores curiosos. En un país donde leer es aún un acto de resistencia, perder librerías es perder trincheras.

La historia está llena de fuegos que han querido borrar el pensamiento: Alejandría, Sarajevo, Bagdad. Hoy, Manizales se suma a esa lista, no por manos censoras o personajillos de guerra, sino por esa historia de conflagraciones que forman parte de la vida misma de nuestra ciudad.

Las librerías de segunda mano no tienen vitrinas relucientes ni campañas de mercadeo, pero resisten al olvido, al algoritmo, al consumo rápido. Son espacios donde el tiempo se desacelera, donde un lector puede encontrar una edición de 1973 con anotaciones de otro lector que ya no está. Son, como diría Padura a través de Mario Conde, lugares donde la memoria se niega a morir. Hacen que los libros circulen como ideas, como afectos.

Por eso, desde esta columna, retomo la invitación abierta y sentida que hizo desde su cuenta de Twitter mi compañera del periódico Margaret Sánchez (@mastysanchez): "En la @FeriadelLibroMz, o antes de su realización en septiembre, se podría plantear alguna forma de ayuda para las librerías que resultaron destruidas por este incendio @darioarenasv".

Aún esperamos respuesta, ojalá sea positiva. La próxima Feria del Libro de Manizales que no pase de largo ante esta tragedia. Que se convierta en escenario de solidaridad, de reconstrucción, de memoria. Que haya un gesto, una campaña, una actividad concreta para ayudar a los libreros afectados a levantar cabeza y reabrir sus negocios.

En Manizales, estos libreros como Mendel no aparecen en los registros oficiales, pero son pilares invisibles de la cultura.

 

Las bibliotecas y los incendios*

Los incendios más devastadores de bibliotecas en la historia han representado pérdidas irreparables para la humanidad:

1. Biblioteca de Alejandría (Egipto)

  • Fundada en el siglo III a. C.
  • No fue un solo incendio, sino una serie de eventos, incluyendo el sitio de Julio César en el 48 a. C. (aunque hay que anotar que Irene Vallejo pone en duda esto en El infinito en un junco).

2. Biblioteca Nacional de Irak (Bagdad)

  • Año: 2003, durante la invasión estadounidense.
  • Más de un millón de libros fueron quemados o saqueados, incluyendo manuscritos únicos sobre la historia de Mesopotamia.

3. Biblioteca de Nínive (actual Mosul, Irak)

  • Época: siglo VII a. C., bajo el rey Asurbanipal.
  • Saqueada y destruida en el 612 a. C. por los babilonios.

4. Biblioteca Nacional de Lima (Perú)

  • Año: incendiada en 1881 por tropas chilenas durante la Guerra del Pacífico.
  • Se perdieron documentos históricos y colecciones únicas fueron destruidos.

5. Biblioteca de Sarajevo (Bosnia)

  • Año: 1992, durante la guerra de los Balcanes.
  • Ataque deliberado como símbolo de limpieza cultural.

6. Biblioteca Jagger (Sudáfrica)

  • Año: 2021, por un incendio forestal en Table Mountain.
  • Pérdida: 70 mil publicaciones y 3 mil 500 películas sobre estudios africanos, incluyendo textos religiosos y escolares del siglo XIX.

*Realizado con ayuda de la IA Copilot.

 

Foto | Luis F. Trejos | LA PATRIA

Las librerías de segunda son símbolos de la cultura. La pérdida de libros en el incendio del pasado lunes es también haber perdido miles de historias.

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