
El perdón y la reparación, el paso entre víctimas y victimarios de ejecuciones para avanzar en la paz

Un minuto de silencio al final del tercer día de audiencias contra 44 exmilitares y un reclutador marcó parte del proceso de reconciliación entre las familias de víctimas de ejecuciones y sus verdugos.
El pasado 9 de mayo, la jornada presidida por la JEP estuvo marcada por el relato de los hechos en los que miembros del Ejército asesinaron o intentaron matar a cerca de 35 ciudadanos en Caldas, Risaralda, Quindío y Cauca.
Eso estuvo acompañado de los reproches de quienes exigían la verdad, dado que sentían que no había sinceridad. Pero no bastó sino que se escuchara a esos hijos, padres y hermanos para que los señalados, de nuevo, reconocieran que se habían equivocado y se disculparan.
Los hombres que anteriormente vistieron el traje del Ejército pidieron perdón, dijeron sentirse arrepentidos y avergonzados. Unos, como autores, y otros por callar. Aceptaron que debieron haber denunciado antes de seguir cumpliendo con las órdenes de unos superiores. LA PATRIA estuvo presente en la audiencia.
El perdón genuino
Bibiana Andrea Marín Díaz, magister en psicología clínica, indicó que el perdón es clave en la reparación de las víctimas, siempre y cuando esto vaya acompañado de la sensación de justicia y de recuperar la confianza dentro un sistema, que se note que funciona y permita sellar esa reparación total.
"Puede ser muy funcional y sanador con una adecuada mediación, de que las víctimas puedan avanzar en su proceso de duelo. Sin esto no habrá perdón ni reparación y sanación, pero establecer ese diálogo con una buena mediación es importante porque parte de esto es ver que el victimario se arrepiente, reconoce el daño y pide perdón de manera legítima", indica la psicóloga.
El magistrado Mauricio García Cadena, de la JEP, destacó la importancia de estos espacios en medio de las audiencias, pues implican seriedad y hay obligaciones de los comparecientes que buscan satisfacer a las víctimas, que son el deber ser.
Resaltó la importancia de que la sociedad colombiana se entere de estos procesos, pues 7 años después, mucha gente desconoce lo que hace el Tribunal, que se esclarecen hechos, hay aceptación de responsabilidad, delaciones y se aclaran situaciones que la justicia ordinaria no pudo.
Marín Díaz añade que el arrepentimiento verdadero, la sensación de culpa y el reconocimiento del error influyen de manera positiva en la víctima que padece esas secuelas por el acto violento.
En medio de la aceptación por las ejecuciones, o falsos positivos, Edwin Javier Madroñedo Quemba, subteniente del Batallón de Contraguerrilla Mártires de Puerres, devolvió la medalla de honor que obtuvo.
Dijo que para él fue un símbolo de vergüenza, un premio a la injusticia y portarla era recordar cada acto de cobardía y la entregaba como señal de arrepentimiento. Reconoció que esto no aliviaría el dolor y tampoco había palabras para consolar a las familias.
Frente a estos actos, la psicóloga asegura que esto puede despertar emociones, desencuentros y paradojas emocionales, pero es importante para hallar la paz, y con puntos de vista conjuntos en la solución del conflicto.
"Es constitucional poder resocializarse, regresar a un contexto. Es importante también para el victimario, pero cuando no hay reparación sin otros elementos, el proceso es vacío. Tiene que haber un acompañamiento desde lo social, emocional, psicológico y legal para que las víctimas sientan que todo el aparato del Estado las acompaña", sentencia.
Entre víctimas y victimarios
En el acto, una familiar de Luis Guillermo González, policía activo asesinado en Santa Rosa de Cabal, tomó la vocería por las víctimas. Agradeció el espacio para que se le escuchara y reconociera.
Destacó la labor de la JEP por abrir un espacio para la justicia, la verdad y la dignificación, por permitir contar las historias sin silenciar u olvidar a quienes cayeron en medio de las balas.
"No ha sido fácil estar aquí, recordar, revivir, testimoniar, todo duele, pero duelen más el silencio, la impunidad, y por eso agradezco este mecanismo que más allá de sancionar, busca reconstruir el tejido roto. Gracias a las víctimas por enseñarme que la dignidad no se negocia y la memoria es justicia", dijo la joven.
Dijo que si bien, esto no borra el pasado, sí permite que haya justicia y paz. Aunque el daño es inimaginable, continuó, es importante seguir luchando para que no se olviden estos hechos.
"Para las víctimas no identificadas seremos sus voces y no permitiremos que queden en el olvido. Estamos con las familias que no han tenido respuesta. Aprecio la voluntad de los comparecientes arrepentidos de sus actos que ayudan a dignificar los nombres de las víctimas", finalizó.
En nombre de los comparecientes estuvo el oficial del Ejército Juan Carlos Ostos Cepeda, quien se comprometió con seguir aportando a la verdad y reconoció que los asesinatos nunca se dieron en combates y, por el contrario, fue una traición a la vida y a la verdad, a la patria a la que juraron servir y a la humanidad.
"Sus seres queridos eran víctimas inocentes, que no pertenecían a ningún grupo armado, no eran delincuentes y no estaban cometiendo algún delito. Eran seres humanos con familias, historias y sueños, no eran amenazas, y fue un crimen que cometimos, manchando su nombre y el de ustedes, sus familias" dijo.
Al final, resaltó la lucha de las familias contra el miedo y el silencio del Estado, por darles una lección de coraje, lucha y amor. Dijo que tanto él como los otros que aceptaron los hechos están dispuestos a construir memoria y a aportar en la reconciliación y recuerdo.
Uno a uno pasaron al micrófono, tanto en Bogotá, como desde sus conexiones virtuales los 45 señalados. 43 militares y Juan Carlos Arenas Huertas, el civil que se encargaba de reclutar a las víctimas, aceptaron su responsabilidad. Solo uno dijo no tener nada que ver.
Cuca, encerrado y arrepentido
Alias Cuca permanece recluido en una cárcel de alta seguridad, no solo respondiendo por los hechos de ejecuciones, sino también, como aseguró, por seis casos de sicariato.
Dijo estar arrepentido por provocar la muerte de tantas personas, solo por querer dinero y estatus y se comprometió con aportar a la verdad y a la reparación.
Peticiones de familias
Familiares de una víctima solicitaron un acto público de perdón, en el que se reconozca que no era guerrillero. También se solicitaron instrumentos musicales para una escuela en Caldas y un compareciente se comprometió con formar una escuela de fútbol. Estas entrarán a estudio de la JEP.
Víctimas que reconocieron
Luis Fernando Gómez, Severo Antonio Ramos, Carlos Andrés Churi Llanos, Héctor Mario Muñoz Daza, Lorenzo Gallego Flórez, José Gregorio Gálvez, Adrián Velez Londoño, Guillermo Iván Mejía Sánchez, Jhon Freddy Espinoza, Luis Carlos Perengüez de La Cruz, Julián Andrés Torres Castañeda, Jorge Luis García Gómez, Luis Ferney García Gómez, Javier Andrés Moreno Marín, Janio César Sepúlveda, Frandiney Martínez Quiroga, Rubén Darío Hernández Vega, Mario Alfonso Gómez Aristizábal, Edier Morales Llanos, Jhon Eison Soto Marín, Jhon Freddy Herrera Restrepo, Ronald Maurico González Morales, Luis Guillermo González, Ricardo Escobar Restrepo, Darvey Mosquera Castillo, Álex Hernando Ramírez Hurtado, Wálter Caldas Cano, Jorge Antonio Benavides Hernríquez, Alice Amparo Insuasti, Hoiver Fernando Henao, Alexánder Motta y Juan Carlos Perafán Guevara.
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- El intento de homicidio contra dos hombres
Los casos
Los asesinatos reconocidos ocurrieron en Marulanda, Salamina, Chinchiná y Manizales, en Caldas; El Tambo y Timbío, en Cauca; Santa Rosa de Cabal, Risaralda; y Barcelona, Quindío.
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