
Sergio Marín, de 63 años y en sillas de ruedas, narra cómo fue salvado de las llamas en Manizales

Sergio Marín tuvo un extraño y angustioso despertar el lunes en la tarde. En cámara lenta abrió los ojos y tardó unos minutos para reconocer que estaba acostado en una ambulancia.
Un día después, sentado en una silla de ruedas averiada y con la conciencia recuperada, recuerda lo que sucedió. "Llevaba media hora en la pieza de alquiler donde vivía. Escuché voces que decían de un incendio".
Estas palabras de don Sergio son de la mañana de este martes. El señor llegó de nuevo al escenario y se ubicó a un costado, de la edificación destruida en la carrera 21 de Manizales.
Entre tanto, la Móvil 21 del Cuerpo oficial de Bomberos disparaba un chorro de agua contra todo lo que fuera humo, pues las llamas amagaban con renacer y seguir devorando madera, libros, cosméticos, camas, muebles y más enseres.
Sergio tiene el sello de la emergencia. En el lado izquierdo de su frente una gaza tapa lo que fue el impacto de parte de la fachada. En el ojo izquierdo y en la nariz asoman dos heridas, aún con manchas de sangre, que redondean sus dolores.
El señor continúa su narración. "Hacía media hora cuando llegué a la casa y entré a abrir la pieza. Al escuchar `incendio` me asomé y había una pieza ya totalmente en fuego".
La conflagración del lunes, cuando eran cerca de laa 4:00 de la tarde, ocurrió en una edificación del Centro Histórico de Manizales, al frente del antiguo Inurbe. Siete cuartos, arrendados a siete núcleos familiares, en el segundo piso, y tres locales, además de uno sin alquilar, quedaron con pérdida total.
En la mañana de este martes 12 de agosto, es decir un día después del incendio en el Centro de Manizales, Sergio Marín y otros damnificados llegaron al lugar.
Por el celular
La candela, en esos minutos dramáticos del lunes, ganaba fuerza y empezaban a crujir latas, tejas y paredes. En segundos el señor consideró que podría salvar el celular que lo tenía en un bolsito canguro. Los momentos duros para Sergio estaban por llegar.
El lunes en la tarde y ayer en la mañana, la acera del Inurbe estuvo llena de personas que llegaron a enterase, de primera mano, de cada pormenor. Es que el sector, además de formar parte del centro de la ciudad, queda a cuadra y media de la Plaza de Bolívar y es muy popular por la compraventa de libros, de todos los tamaños, tiempos, marcas y precios.
Lo siguiente, para el protagonista de esta historia, sucedió en instantes. "Entonces, entré a mi cuarto a sacar el celular. Giré de nuevo y ya toda la casa estaba envuelta en fuego". Sentía que estaba quedando atrapado, mientras subían las llamas y la temperatura.
La emergencia requirió trabajo para 21 hombres del Cuerpo Oficial de Bomberos y de Bomberos Voluntarios, con apoyo del Grupo Especial de Rescate (GER), defensa Civil, Fundación de Paramédicos BYR y Policía Nacional.
El techo y el segundo piso, de acuerdo con las primeras imágenes compartidas por redes sociales, ardían como hojas de papel ante la furia de la combustión. A don Samuel se le apareció un ángel.
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El salvador
"Alguien me tomó y me ayudó a salir". Ese ángel sin alas tiene nombre propio. Es José Alonso Dávila, de 36 años. Vio el incendio, entró a la vivienda y ayudó salir a Sergio. Luego, ambos compartirían el otro drama que esperaba en la jornada.
El infierno en que se convirtió esta casa de la carrera 21 con calle 25 alcanzó para afectar, de manera indirecta, otras tres vecinas, en las que también funcionan negocios.
José Alonso, el héroe del día, bajó con Sergio por las escaleras, a punto de arder y de ceder. Justo cuando tocaron el andén, se desprendió un pedazo de fachada. Así es el destino. Por fortuna, para ambos, la estructura nos les cayó de lleno, así también es el destino, no era su día. "Solo recuerdo que quedé bañado en sangre", dice el señor.
Lesiones
Poco después fue cuando él mismo despertó en la ambulancia. En el mismo hecho, según reporte de los organismos de socorro, Harrison Felipe Toro, de 35 años, sufrió quemadura en la espalda; José Evelio Pineda, quemadura en la cara por radiación, y José Alonso, nuestro ángel de la guarda en este caso, herida abierta en el cuero cabelludo.
Los bomberos estuvieron cerca de una hora, en la mañana de ayer, terminando de enfriar lo que ya en gran parte es el esqueleto de una vieja construcción.
Sergio, aún adolorido por fracturas en la cabeza, en los hombros y parte de la nuca, suelta una frase contundente: "En este momento no sé qué hacer".
Él, quien llevaba cinco años en el cuarto ahora destruido, es una persona en condición de discapacidad, a quien en el 2011 le amputaron la pierna izquierda y hace dos años, la derecha, por un cáncer, según expresa.
La humareda, por fin queda extinguida. Los bomberos se van, quedan dos policías y el sitio acordonado, con paso a un carril para vehículos. Sergio Marín se acomoda en su silla de ruedas. Suspira y en su boca se dibujan clamores: "Lo único que sé es que soy una persona damnificada y pobre. Antes fui carpintero y pintor, ya no puedo trabajar. Espero que las autoridades me ayuden".
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