40 años de la toma del Palacio de Justicia de Colombia, una operación condenada al fracaso
Jaime Ortega Carrascal
EFE | LA PATRIA | Bogotá
La toma del Palacio de Justicia de Bogotá, el 6 y 7 de noviembre de 1985 por la guerrilla del M-19, estaba condenada al fracaso por fallas en la planificación y la desmedida respuesta militar para recuperar el edificio, una operación que dejó 94 muertos y más de una decena de desaparecidos, afirma el escritor David Marín García.
La sangrienta toma y retoma de la principal sede de la justicia colombiana, situada en el corazón de Bogotá y de la cual se cumplen 40 años, es analizada por Marín, documentalista y antropólogo, en 'Perdida en el fuego' (Planeta), un libro basado en la reconstrucción tridimensional del edificio con un modelo digital y la revisión de los testimonios judiciales de unas 1.200 personas para narrar lo que pasó en aquellas 28 fatídicas horas.
"Creo que sí, que estaba condenada, si no al fracaso, por lo menos, a que fuera mucho más difícil de lo que ellos (los guerrilleros) consideraban que era realmente la operación", expresa Marín en una entrevista con EFE.
El autor explica que el M-19 planeó el asalto al Palacio de Justicia con 41 guerrilleros pero al final solo entraron 35 -seis vestidos de civil, infiltrados entre el público, y 29 en vehículos por el estacionamiento-, lo que sumado a la reacción inicial de los escoltas de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado y del personal de seguridad del edificio, impidió que tomaran el control.
"Esto era un edificio descomunal, un edificio enorme, pero además de enorme era enredado (internamente) y no tenía retirada posible, la única retaguardia posible era una negociación política", explica.
El propósito de la toma guerrillera "era llamar la atención sobre el incumplimiento de los acuerdos (de paz) firmados con el presidente Belisario Betancur en agosto de 1984", mediante una "demanda armada" ante la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado, recuerda Marín en su libro, pero ese asalto acabó en tragedia.
"La operación nunca se consolida, ellos nunca ejercen control absoluto sobre el edificio", dice Marín, y explica que aunque los guerrilleros entraron al Palacio de Justicia a las 11:40 de la mañana del 6 de noviembre, al cuarto piso, donde estaban los magistrados de la Corte Suprema, lograron acceder pasada la una de la tarde.
En su opinión, "es una cosa extrañísima" pues "les toma una hora y 20 minutos subir cuatro pisos en un edificio que estaba básicamente defendido por guardaespaldas con armas cortas" y por eso "la operación fracasa desde el primer momento".
La respuesta militar
A eso se suma la reacción de las fuerzas de seguridad, que al escuchar los primeros disparos dentro del edificio responden desde la Plaza de Bolívar, en cuyo costado norte estaba el Palacio y sigue estando después de una reconstrucción, lo que convierte ese sector del centro de Bogotá en un campo de batalla con un desembarco de fuerzas especiales de la Policía en la azotea, el uso de explosivos y la entrada de un tanque que echa abajo la puerta principal.
"La confrontación estaba en un punto en el que era un barril de pólvora, eso es innegable", dice el autor al recordar el malestar del estamento militar por los primeros acuerdos de paz del Gobierno de Betancur con el M-19 que además, dos semanas antes de la toma del Palacio de Justicia, había atentado contra el entonces comandante del Ejército, general Rafael Samudio Molina.
Tras el asalto guerrillero y la recuperación a sangre y fuego de la edificación por parte del Ejército, el Palacio de Justicia quedó reducido a cenizas, devorado por un incendio en la noche del 6 de noviembre.
"Cuando ellos (los militares) en la madrugada (7 de noviembre) se dan cuenta de que hay un sector del edificio que no se ha quemado y que parece tener actividad de personas vivas, lo bombardean con los cañones de los tanques, que son las imágenes que todo el mundo ha visto (...) y queman ese sector del edificio. Ese debió haber sido el final porque ya habían aniquilado todo", señala.
Pasadas las tres de la tarde del 7 de noviembre se dio por concluida la operación con la muerte de todos los guerrilleros, pero también de once magistrados de la Corte Suprema y del Consejo de Estado y otras decenas de personas.
"El hallazgo más importante de mi investigación es que los guerrilleros finalmente se rindieron. Los guerrilleros se rinden porque el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Alfonso Reyes Echandía, ha sido herido" y moriría en las horas siguientes, concluye el autor.
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